Los síntomas de la dependencia emocional son claros y fáciles de identificar. Suelen experimentarse respecto a personas de nuestro entorno íntimo, familiares, amigos o especialmente con las parejas.
Hay que resaltar la necesidad de tener localizada constantemente a la persona y sentirse en contacto con ella, lo que se traduce en llamadas o mensajes frecuentes, que en muchos casos no obtienen respuesta, o la respuesta se recibe con ambigüedad, sin que a uno le transmita la seguridad sobre el otro que busca.
La necesidad de estar en contacto con la persona y tener su atención se asocia a una ansiedad, angustia o pena marcada, de manera que uno no consigue ser feliz y disfrutar si no es a través de esa persona, de estar con ella o sentir que le presta a uno atención y que le da su afecto.
Obsesión con la persona, necesidad excesiva de gestos de aprobación por su parte, de reafirmar la relación, la amistad, el amor, sensación de que no le quiere lo suficiente o de que no le presta la suficiente atención, o que no le demuestra el afecto como debería.
Sensación de que sin esa persona uno no puede ser feliz, disfrutar o salir adelante en la vida. Sensación de que el mundo es gris y triste cuando falta esa persona, expectativa constante del momento en el que uno puede volver a verla y estar con él o ella. Rechazo del resto de cosas de la vida por el deseo de estar con esa persona, convertirla en el centro de los intereses, las actividades y la vida propia.
Sensación de que esa persona y la forma de relacionarse con ella es perjudicial o inconveniente para uno, sensación de que le falta al respeto, de que abusa de uno, lo manipula o lo maneja a su antojo. Sensación de que no se puede romper la relación o separarse de esa persona a pesar de sentirse mal por el trato que se tiene, o por tener un contacto viciado. Insatisfacción con la relación que se mantiene, pero inseguridad ante la idea de tener que dejar la relación. Esto lleva, en muchos casos a entrar en un ritmo de rupturas y reconciliaciones alternantes por el hecho de no se encuentra la armonía buscada con la otra persona pero al romper uno se siente profundamente angustiado: “ni contigo ni sin ti”.
No tener independencia doméstica y económica. Las personas con dependencia emocional suelen presentar una marcada dependencia infantil en lo doméstico y lo económico, ya sea por no ganar dinero, o ganarlo al amparo de una empresa familiar o de una pareja. Los casos pueden ser diversos: una mujer que
es ama de casa y depende del dinero del marido, un marido que gana dinero pero depende absolutamente de su mujer en el plano doméstico, una hija que esta casada pero no terminó su carrera por haber entrado a trabajar en la empresa del padre, un hijo que ha terminado la carrera, trabaja en la empresa familiar y aún vive en casa de los padres, etc. Es decir, la dependencia emocional esconde una incapacidad de valerse uno por si mismo no solo en el plano sentimental sino también en el doméstico y el económico.